Sí, algunos políticos se han aprovechado de sus cargos temporales en la función para incrementar los montos de su pensión. Lo han hecho de acuerdo con la ley, pero no resulta ni justo ni ético por cuanto el monto de la pensión no corresponde a lo que otro trabajador de la educación recibe, compartiendo igualdad de condiciones laborales como tal, es decir por calificaciones profesionales y tiempo servido. La diferencia la hace haber desempeñado un puesto político con un salario más elevado.
Considero que ese pensionado fue favorecido por la clase política de turno, como parte de una práctica clientelar y rentista de los políticos, que también resulta ética y legalmente improcedente. Desde la promulgación de la ley 7268, en el año 1991, las jubilaciones magisteriales se otorgan con referencia a los salarios percibidos únicamente por jubilaciones magisteriales relacionadas con educación, con lo cual este tipo de prácticas desaparecieron.
Este es un ejemplo de cómo se ha politizado la legislación sobre pensiones, para favorecer a la clase política. De esta manera, se ha afectado seriamente el prestigio y la sostenibilidad de un régimen justo y solidario, como el del Magisterio Nacional.
Hoy se continúa politizando el tema de pensiones, pero con intereses más propiamente político-electorales. Algunos diputados, de manera populista han venido festinado el tema con argumentos insostenibles. Por ejemplo aduciendo disparidad con respecto a los pensionados de la Caja, cuando se trata de un régimen diferente, especialmente porque el monto de las cuotas ha sido, de acuerdo a diferentes leyes, incrementado en porcentajes que van de 3 a 6 tantos más que lo que se cotizan en el régimen de la Caja. Comparan lo incomparable para manipular. También, como estrategia de manipulación, difunden los montos de pensionado más elevados, que representan apenas un 0.41 % (170) de los 43.000 pensionados, para meter a todos en un mismo saco como pensionados de privilegio, cuando el 81% están por debajo de la pensión más alta que paga la Caja. La mentira y el “trinquete”, a la orden del día, como práctica engañosa de la “prensa del odio” y los “diputados populistas baratos”.
Este discurso populista y mal intencionado, devela a estos políticos como carentes de vocación para la sana política al servicio de la verdad y del bien común. Alvaro vega Sánchez, Jubilados en Acción.